Que la salud o la falta de ella sean un negocio multimillonario seguramente ya no sorprende a nadie. La prevención, tratamiento o cura de enfermedades genera un beneficio económico gigantesco ¿A quién le estamos dando este dinero?¿Hasta qué punto se puede volver en contra el hecho de que un país no invierta en investigación?
La premisa es bastante sencilla. Quienes más invierten hoy en día en investigación son los propios laboratorios farmacéuticos, por lo que no tiene sentido pensar que buscan la cura, renunciando así ya a unos ingresos regulares y asegurados por parte de todas las personas que necesitan el tratamiento.
Si pensamos en el Estado como un organismo protector y que busca el bienestar de los ciudadanos (El más que de moda “Estado de Bienestar” que estamos hartos de escuchar en medios). Aunque esta concepción pueda parecer idílica y romántica siempre estará más cerca de ser real que el caso de una empresa farmacéutica que busque ayudará al individuo incluso por encima de su propio beneficio.
El planteamiento de una investigación amparada e impulsada por el estado, que crea puestos de trabajo y coloca a un país en una posición privilegiada y vanguardista. Podemos concebir también que de igual manera que a un político no se le exigen rendimientos económicos por su labor tampoco sea necesario que la investigación estatal genere beneficio económico sino bienestar.
Seamos sinceros. Si cualquiera de nosotros, diabético, estuviese al frente de una gran empresa farmacéutica que factura miles de millones de euros todos los meses gracias a la insulina, ¿investigaría para conseguir una cura o seguiríamos manteniendo este negocio? Salvo raras excepciones seguro que la respuesta es bastante obvia. No debemos renunciar a la investigación pública y sobre todo no dejarnos llevar por las voces que dicen que es un dinero que nadie garantiza que se pueda recuperar.
Tampoco quiero demonizar la industria farmacéutica, lo que lo que quiero señalar es que es un negocio como cualquier otro, centrado en maximizar ganancias económicas, aunque con la enorme responsabilidad de hacerlo en base a la salud. Reivindiquemos entonces un estado que investigue para su bienestar, no que lo hipoteque a terceros.