¿Te entiendes con tu endocrino?

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Después de muchos meses sin hacerle una visita, con la última hemoglobina un poco más alta de lo habitual (7%) me pareció oportuno hablar con él. Habitualmente, me hago análisis periódicos en el centro de salud y comento los resultados con mi médico de cabecera.La conclusión siempre es la misma, podríamos conseguir aún mejores cifras, pero ello implicaría llevar una vida mucho más estructurada y controlada en todos los aspectos (horarios, comidas, deporte…), algo a lo que no estoy dispuesto.

Tengo grabado el momento, hace casi 10 años, en el que “me planté”. No estaba dispuesto a sacrificar tanto, solo para bajar un poco más la cifra de hemoglobina. Es cierto que habitualmente me muevo en niveles de entre 6% y como mucho 8% en épocas puntuales en las que me descontrolo un poco más, por cambios de rutina, dietas o épocas por las que no puedo hacer ejercicio por causa mayor. Despertarme y acostarme siempre a la misma hora, pesar las raciones, estructurar la actividad física… No, me negaba y me sigo negando.

Sinceramente, creo que la rutina y el control son imprescindibles para la Diabetes, sobre todo al principio, para aprender a manejar la enfermedad y saber cómo responde el cuerpo ante los cambios. Sin embargo, solo concibo esta disciplina como una manera de aprender a manejarme fuera de la rutina. En un viaje, saliendo de fiesta, en una carrera… Podría decirse que aprender a controlarse es imprescindible para poder “descontrolar”, porque sinceramente, creo que una vida de rutinas y horarios estrictos está vacía.

Fui yo, influido por mis padres, educadores y por el personal médico que me llevaba, el que llegó a la conclusión de establecer un punto a partir del cual no estaba dispuesto a sacrificar más. Sin embargo, no es ni mucho menos una decisión fácil, y en muchos casos a los diabéticos se nos incita a todo lo contrario.

Entiendo que exista un conflicto entre la visión clínica de la enfermedad, para la que la máxima prioridad es establecer y controlar al máximo un tratamiento y el aspecto más humano del paciente, ese que necesita libertad, equivocarse, tomar sus propias decisiones y verse a sí mismo como una persona, no como un diabético.