Ya os he contado en más de una ocasión que asumiendo que voy a ser diabético siempre, he aprendido a valorar las cosas que me ha enseñado (u obligado a aprender) el hecho de ser diabético.
Soy muy consciente de que no sería la misma persona que soy hoy si no hubiese sido diagnosticado. No puedo decir si mejor o peor, solo que no tendría nada que ver. Durante estos casi 20 años, he aprendido y me he ido transformando, cometiendo errores y en algunos casos (pocos), acertando a la primera. Si tuviese que resumir qué es lo que agradezco a la Diabetes, sin duda es:
-Ser más organizado: a todos los niveles, para las comidas, la rutina, el ejercicio… El nivel mental se ha trasladado a mi trabajo, estudios y día a día. Es prácticamente imposible poder alcanzar un buen autocontrol si no se es ordenado.
-Resolutividad: es importante fijar unas pautas para el día a día y establecer una rutina, pero la realidad es que todos los días son diferentes. Desde el primer momento hay que ser capaz de adaptarse al momento y las situaciones, y muchas veces no se disponen de todos los recursos necesarios (nos hemos olvidado el medidor, la insulina, no llevamos encima nada para comer…), por lo que resulta imprescindible improvisar. Del mismo modo, lo que se aprende para la diabetes, se traslada al resto de situaciones.
-Estrategias de afrontamiento: desde mi punto de vista, es fundamental desde el diagnóstico pintar el peor panorama posible, esto es, que se va a tener Diabetes toda la vida. Es cierto que la ciencia avanza y que puede que un día llegue la cura (aunque los intereses económicos y la conspiración farmacéutica se encarguen de que esta permanezca a raya), pero es totalmente inviable asumir la diabetes como una nueva condición vital si se vive con los ojos puestos en curarse. Encarar el problema y focalizar esfuerzos para aprender a sobrellevarlo de la mejor manera posible.
-Conocerme mejor: un medidor de glucosa nos proporciona un dato concreto del nivel de azúcar, pero ligado a este sobrevienen multitud de sensaciones físicas (en caso de hipoglucemia, mareos, sudoración, dificultad para pensar, aumento del apetito…). Con práctica, aprendemos a anticipar y reconocer estas sensaciones y somos mucho más sensibles cuando comienzan a aparecer. Esto ha sido especialmente importante para mi en el deporte. Ser capaz de reconocer una bajada de azúcar, saber cuales son las mejores estrategias para abordarla y conocer como reaccionará mi cuerpo se ha convertido en un poderoso aliado. En este sentido, en la línea de salida de una prueba deportiva sé que parto con ventaja.
-Positividad: asumiendo que la diabetes no va a desaparecer de un día para otro, uno se puede estancar en la tristeza y autocompasión, o podemos asumir que no va a ser impedimento para conseguir aquello que nos propongamos o llevar la vida que decidamos vivir. Ser diabético implica un trabajo extra de 24 horas, pero también es capaz de reportarnos enormes beneficios y la sensación gratificante que supone alcanzar una meta sabiendo que hay una dificultad añadida.
A día de hoy, siendo totalmente honesto conmigo, no ha habido situación en la que haya dicho «no lo conseguí porque tenía Diabetes»
Foto de mi llegada a meta en el Andorra Ultra Trail Ronda dels Cims, tras 170km por montaña con 27.000 metros de desnivel acumulado.