Una de las complicaciones más frecuentes en personas con diabetes es el conocido “pie diabético”. Debido a la pérdida de sensibilidad y a problemas circulatorios, pueden producirse infecciones y ulceraciones graves que en algunos casos pueden derivar en amputaciones. Además, debido a la cicatrización más lenta que padecemos los diabéticos, las heridas en los pies pueden convertirse en un calvario.
En carreras de montaña, especialmente en las de larga distancia, es muy frecuente que se produzcan rozaduras, ampollas y otras heridas en los pies. Cualquier persona debe prestar especial cuidado para prevenirlas y curarlas. Hoy os voy a hablar de qué pasos sigo para cuidar mis pies y evitar que me “chafen” una carrera.
1.- El control de la diabetes: probablemente este sea uno de los aspectos más importantes. Tener bajo control la enfermedad reduce al mínimo posibilidades de sufrir problemas nerviosos y de circulación, principales causas del pie diabético.
2.- La higiene: junto con el control, podemos considerar que son los dos factores principales. Hay que prestarle mucha atención y no caer en el error básico de pensar que el agua que cae de la ducha bastará para que se limpien. Tenemos que dedicar un tiempo a limpiar con la esponja todo el pie, prestando mucha atención entre los dedos. Una vez fuera de la ducha, hay que poner cuidado en secarlos bien y con cuidado.
Dentro de este punto, también hay que cuidar mucho el cuidado de las uñas. Por lo general recomiendan cortarlas con tijera y dejarlas rectas, aunque para mí lo más cómodo es utilizar alicate y dejarlas cortadas casi a ras. Al correr por la montaña con las zapatillas, si las llevo largas me molestan mucho y sufren los dedos.
También es importante limpiar y airear las zapatillas después de entrenar. Yo procuro darles un manguerazo y dejarlas al aire. Una vez secas echo Fungusol, un polvo anti-hongos.
Otro de mis trucos es meter los pies en un barreño de agua fría con mucha sal. Es un remedio muy bueno contra las ampollas y el “recalentamiento”, sobre todo en días de verano.
3.- Hidrátalos: al menos dos veces a la semana procuro darlos crema. Es importante no pasarnos de cantidad y procurar que se absorba bien. El mejor momento es por la noche, una vez duchados, ya que no vamos a sudar ni se van a ensuciar.

4.- Observa: aprovecha los ratos de limpieza para mirar con detenimiento si hay alguna zona con rozaduras, heridas ocultas, hongos o con menor sensibilidad. Una vez detectadas, también hay que ir comprobando cómo evolucionan.
5.- Cuida el calzado: el de calle es importante, pero para hacer deporte prestar atención a cuál es el más adecuado es una prioridad. Para la talla, en el caso de calzado que se vaya a utilizar para correr lo ideal es sacar la plantilla, poner el pie encima y tiene que sobrar el ancho de un dedo meñique.
Es importante probar el calzado por la tarde, ya que los pies tienden a hincharse a lo largo del día, y ver cómo nos quedan ambas zapatillas, ya que todos tenemos un pie más grande que otro. No existen zapatillas especiales para diabéticos, lo que debemos hacer es poner más cuidado en buscar aquella que más se adapte a nosotros y a aquello que queremos hacer. ¡Ah, y sobre todo no salgas a correr grandes distancias o compitas con unas zapatillas a estrenar, el calzado hay que irlo domando poco a poco!
6.- Los calcetines: para correr no vale cualquiera. Hay que procurar que sean de nuestra talla, que no tengan costuras ni zonas con pliegues o que nos rocen. Además es importante que sean transpirables y que no se muevan.
7.- ¡Alarma, ampollas!: en el último Gran Trail de Peñalara se me juntaron los errores. Una mala elección de calcetines, llevar demasiado sueltas las zapatillas, el haber metido sin querer el pie en un charco y haber tenido que correr con la zapatilla empapada hicieron que en el kilómetro 60 me empezasen a castigar las ampollas. 20 kilómetros después me tuve que retirar a falta de 30 para el final. Hay que procurar seguir los puntos anteriores para evitar que aparezcan, pero si aun así salen, debemos prestarles mucha atención.
En las carreras, siempre llevo encima toallitas de alcohol para limpiar bien la zona de la ampolla, y agujas estériles. Llevo unas cuantas ya que solo pincho una vez con cada una, para evitar infecciones. Simplemente pincho la ampolla y dejo que salga el líquido. Una vez aliviada la presión, si la ampolla es grande y el sitio lo permite, pongo un apósito adhesivo tipo Compeed en la zona. En la mayoría de los casos esto calma bastante el dolor y permite continuar, pero una vez que aparecen hay que prepararse para sufrir. De todas formas, si aparecen heridas o ampollas con mala pinta, es mejor retirarse y no forzar.