Entreno nocturno


Ayer jueves aproveché la puesta del sol para salir a hacer un entrenamiento con frontal, para seguir acostumbrando a la vista y el resto del cuerpo a correr por la noche, un aspecto importantísimo en los ultras, ya que en la mayoría una parte del recorrido se de noche.

Además, se agradece el correr sin sol, y aunque las vistas sean limitadas, ayer pudimos disfrutar de un cielo totalmente despejado y plagado de estrellas.

Tras dar buena cuenta de un plato de pasta, salimos desde Parque Robledo, cerca de La Granja de San Ildefonso, primero un tramo llano de Cañada Real y, tras atravesar la carretera, tomamos la senda del Camino de Santiago para subir hacia La Camorquilla.

Nos cruzamos con multitud de caballos y vacas, que como no estés prevenido, el resplandor de un par de ojos iluminados por el frontal te pueden dar un buen susto.

En general, muy buenas sensaciones durante los aproximadamente 17 kilómetros del recorrido. Llegados a la altura de un comedero de buitres, nos dimos la vuelta y volvimos por el mismo camino. Personalmente, las bajadas por la noche se me hacen muy divertidas. Hay que estar con mil ojos, y el relieve del suelo al alumbrar con el frontal se hace muy diferente de cómo se ve durante el día. Puedes conocer de memoria un camino, pero de noche parece otro!

En torno a las 12.30 llegamos a Robledo de nuevo. Un vez en casa, la ducha de después de correr, que sabe a gloria, y un buen tazón de chocolate con galletas para reponer fuerzas.

En cuanto a la diabetes…
177 antes de la cena, que consistió en 100 gramos de pasta y una rodaja de sandía. No me puse insulina rápida. A la mitad del recorrido, antes de dar la vuelta, comí una barrita de muesli con chocolate. Al llegar a casa, la glucemia era de 106.

Una taza de leche con cacao y 4 galletas y 10 unidades de insulina Glargina antes de meterme en la cama.