Crónica Celestrail

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A las 00:00 del sábado, con fuegos artificiales, tambores y muchas muchas ganas, salí de la plaza de Ordino para completar los 82km y 5.000 metros de desnivel positivo del Celestrail. Y 17 horas y 11 minutos después volvía a cruzar el arco de salida pero en el sentido opuesto. ¿Fácil y rápido de escribir en dos líneas no?

Salimos en tromba, con la motivación extra que produce estar en una carrera y ganas de quitarnos un primer tramo de asfalto. Tras 4 km bastante rápidos, comenzaba la subida hacia el Clot Cavall, situado a más de 2600 metros. Ojito con Andorra, será pequeño pero han aprovechado bien el espacio para meter todas las cuestas posibles. Primera subida muy dura, a buen ritmo en la que ya la carrera se estira y la hilera de frontales se alarga, tanto por detrás como por delante. Apenas una hora después de empezar, a media subida, me empiezo a sentir muy mal. Sudores fríos, mareo… síntomas de una bajada de azúcar que no puede ser cierta después de todo lo que había cenado. Me pincho para ver como estoy y quitarme de dudas y la pantalla del medidor me da el disgusto, 37mg/dl (hablando claro, casi a las puertas de perder el conocimiento). Pájara no, PAJARÓN. Empezaban pronto los problemas. Me atiborro de gominolas, me tomo cuatro sobres de azúcar casi sin pestañear y pongo en práctica toda la teoría de relajación, visualización y rezos para que el nivel de azúcar remonte. Poco a poco me empiezo a encontrar mejor, vuelvo a aumentar el ritmo subiendo y a correr en las zonas llanas y bajadas. Casi no quiero ni saber el nivel de azúcar hasta que llego al primer avituallamiento en el refugio del Pla Stany. Me vuelvo a pinchar y… ¡Si! Había remontado, ya estaba en 180. Pico un poco de todo en el avituallamiento (que parecían más buffet libre de la cantidad y variedad de comida y bebida que había) y con la moral y las energías reforzadas salgo rápido a encarar la siguiente subida, hasta el refugio de Comapedrosa.

Justo antes de salir
Justo antes de salir

Tanto azúcar y tan de golpe no es bueno, y el estómago se empieza a quejar. Vuelvo a intentar relajarme, me pongo música e intento pensar en otra cosa pero no sirve. De la tripa revuelta paso a las náuseas y a alguna arcada. El avituallamiento llega pronto y al entrar al refugio lo primero que me llega es el olor a toda la comida que hay y tengo que salir pitando sin comer nada para no vomitar. Nuevo diálogo interior para calmar los nervios. Al menos el nivel de azúcar estaba bien y no tenía de momento necesidad de comer nada, seguro que el estómago ya se asentaría.
El perfil de la carrera
El perfil de la carrera

La subida hasta Portella Sanfons fue el inicio de la recuperación. No sé si serían las vistas, el aire pirenaico o volver a pisar la nieve (o todo junto), pero al llegar arriba me sentía como nuevo. Puse una marcha más y empecé a apretar en la bajada. Las piernas estaban perfectas y la nueva elección de zapatillas por el momento estaba siendo un acierto.

La llegada a Port Negre, la vista panorámica de la estación de Vallnord y el amanecer me dieron un plus de ánimo (que tampoco necesitaba, estaba a tope) y bajé como un tiro con dos chicas que me hicieron de liebre sin saberlo hasta el avituallamiento de Botella, donde ya con la tripa bien desayuné en condiciones.

Saliendo del avituallamiento, escuché que la carrera se iba a separar, los del Mític, la hermana mayor del Celestrail (110 km) iban por un lado y nosotros por otro, aunque no me quedó del todo claro dónde estaba la dichosa bifurcación, asique los 10 km siguientes los hice con el runrún de no saber a ciencia cierta si tendría que volver porque me había perdido y estaba haciendo unos kilómetros extra. Al rato salí de dudas y no, no me había equivocado. Otra palada de moral para bajar tan rápido como pude hacia Escaldes, donde estaba el punto intermedio de la carrera. Las rodillas iban perfectas, la tripa no se quejaba, de ampollas ni rastro… ¡La vida era maravillosa!

Tras unos kilómetros aburridos de llaneo paralelos a la carretera llegamos a Escaldes. Con relativa calma me cambié de calcetines y camiseta, comí y bebí bien y me preparé mentalmente para la otra mitad de la “tarta” que me quedaba. Mucho se tenían que torcer las cosas para no acabar.

De llaneo hacia Escaldes
De llaneo hacia Escaldes

Poquitas concesiones, en cuanto salimos del avituallamiento las cosas se volvían a poner cuesta arriba. Otros 800 metros de desnivel, apretando ya el calor y llaneo rápido hasta el siguiente punto de control. La subida como pude (eché de menos los bastones) pero en los tramos “corribles” echaba el resto. Poco a poco iban pasando kilómetros y yo me seguía encontrando cada vez mejor, disfrutando de la carrera como hacía tiempo.

Pasado el último avituallamiento, ya en plena subida al Coll Arenes, el desnivel, que parecía más una pared que una montaña, el frío y el viento volvieron a ponerme un poco en mi sitio. Una vez en el pico, y para evitar quedarme frío y llegar cuanto antes apenas paré en el avituallamiento. Me puse el cortavientos y tiré para abajo corriendo cada vez más rápido. Los últimos 10 kilómetros de la carrera fueron para enmarcar. En un terreno que no me gusta ni se me da muy bien, las bajadas, por fin me encontraba a gusto gracias sobre todo a las nuevas zapatillas (queda pendiente escribir un post sobre las Asics Gel Fuji Trabuco 2).

Subida al Coll Arenes
Subida al Coll Arenes

Al pisar el asfalto de Ordino, a escasos 500 metros ya me dolía la cara de sonreir. La gente no paraba de animar y crucé la meta casi como si luchara por el pódio. Impresionante el ambiente que había en la calle principal, el speaker, la gente… ¡todo! La guinda a una carrera prácticamente perfecta. Enhorabuena a la organización, voluntarios… ¡El Andorra Ultr Trail Vallnord es de 10! (Y me quedo con ganas de volver y probar otra distancia… ya veremos al año que viene).

Por supuesto, gracias en especial a mi padre, que me ha acompañado y dado apoyo logístico, moral y ha aguantado con paciencia mil horas pendiente de que no me faltase nada y también a todos los que me seguís, me animáis (Nachete, esos discursos son gasolina pura, espero que no falten nunca!) y os preocupáis por mí. Ya lo he dicho, aunque al final vayamos corriendo solos por la montaña, el trail es un deporte de equipo. Sin todo vuestro apoyo no sería posible, ¡Gracias!

Al llegar, cansancio pero sobre todo satisfacción
Al llegar, cansancio pero sobre todo satisfacción

2 comentarios sobre “Crónica Celestrail

  1. Madre mia, hacer la Celes y encima teniendo que estar pendiente del azucar. Mis más sincera enhorabuena!! Tras Botella, nos metíamos en el bosque y salíamos en un collado, collada Muntaner, donde había unas vacas tumbadas rumiando. Ahí se separaba la carrera. Nosotros a la izquierda a bajar y el resto a subir.

    Enhorabuena!

    Por si quieres revivirla desde otro punto de vista 😉 http://corredorinextremis.blogspot.com.es/2014/07/cronicacelestrail2014.html

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